«Cambio de matriz energética con balance energético», por Raúl Coronel

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El clima global está cambiando y sobrevienen riesgos cada vez más graves para los ecosistemas, la salud humana y la economía. Los cambios de clima se producen debido a las grandes cantidades de gases de efecto invernadero que emiten a la atmósfera muchas actividades humanas en todo el mundo, incluye la quema de combustibles fósiles para la generación de electricidad, el transporte y la deforestación. De ahí que los expertos en Cambio Climático requieren para los objetivos del calentamiento 1,5°C, cambios de gran alcance con transiciones rápidas en los sistemas energético entre otros.

La matriz energética mundial es de: 41,3% carbón, el 21,7% gas natural, 16,3% hidráulica, 10,6% energía nuclear, el 4,4% de combustibles líquidos y un 5,7% de otras fuentes. Indudablemente que la producción de energía genera una mayor emisión de gas efecto invernadero. En Argentina/2018, la generación es térmica en un 64% según CAMMESA, hidráulica 29%; energía nuclear 5% y renovables 2%. (Energía térmica se produce con cualquier combustible, gas, carbón, petróleo, etc.)

Dr. Raúl Osvaldo Coronel
Abogado Mat.764 STJ Chaco
Especialista en Evaluaciones Ambientales

Las emisiones GEI por deforestación. La deforestación mundial en 2017 fue de más de 15.000.000 hectáreas como 40 canchas de fútbol cada minuto durante 12 meses. La peor desde 2001 fue la de 2016 con 29,7 millones de hectáreas según la Universidad de Maryland. En el 2018 la tala fue de 12.000.000 de has, o su equivalente de 30 canchas por minuto, encabezada por Brasil con la más de 1,3 millones de has, según el Instituto de Recursos Mundiales (WRI World Resources Institute). Mientras que en Argentina/2018, el 80% de la deforestación se concentró en Santiago del Estero, Salta, Chaco y Formosa con 113.000 hectáreas según Greenpeace.

Estamos sujetos al Acuerdo del Clima de París, Tratado al que se adhirió nuestro país por Ley N° 27.270, debiendo limitarse la subida de la temperatura a 2 grados centígrados a final de siglo y preferentemente a 1,5 grados. Pero los científicos han dicho que de seguir al ritmo actual, la temperatura crecerá por encima de 3 grados y por tanto asoma una catástrofe ambiental debido al incremento de la presión humana sobre los recursos naturales, principalmente con los recursos forestales al ritmo de por cada segundo, media hectárea de bosque es destruida.

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El Grupo Intergubernamental de Expertos recomienda ahora limitar el calentamiento global a 1,5ºC en lugar de 2ºC, y de no actuar a la brevedad las consecuencias serán inmediatas, sobreviene la escasez de alimentos, los incendios forestales serán cada vez más frecuentes, la muerte masiva de arrecifes de coral, calor extremo, lluvias torrenciales, crecientes niveles del mar, menguante hielo marino en el Ártico, impacto directo en la salud, afectaciones al suministro de agua y falta de crecimiento económico en las poblaciones más pobres del planeta, entre otros daños.

Con este panorama se necesita suspender o reducir la contaminación del efecto invernadero en un 45 por ciento de los niveles de 2010 para 2030, y en un 100 por ciento para 2050. Para ese año 2050 el uso del carbón como fuente de electricidad, tendría que descender a entre el 1 y 7 por ciento, en comparación con el 40 por ciento actual. Otro punto determinante, será la utilización de las energías renovables que tendrían que incrementarse hasta el 67 por ciento; actualmente la energía eólica y solar conforman únicamente el 20 por ciento de la mezcla energética total.

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Los expertos en Cambio Climático piden en el informe 2018 que para los objetivos del calentamiento 1,5°C, se necesitan cambios de gran alcance y sin precedentes, transiciones rápidas en los sistemas energético, terrestre, urbano y de infraestructuras, incluidos el transporte y los edificios. Ha sido los disparadores para algunas políticas apresuradas promoviendo proyectos sobre biocombustibles o biomasa, en los que a veces las ventajas resultan dudosas respecto de la real eficiencia energética en el balance final de emisiones gas efecto invernadero (GEI).

Un balance energético requiere considerar todas las operaciones involucradas en la cadena de producción de la materia prima, su fase agrícola como de la industrial y de emisiones GEI. Debe tenerse en cuenta además, que el sistema jurídico prevé subsidios, incentivos y beneficios, de ahí que el balance energético de la biomasa o de la producción de biodiesel debe revisar los costos de su generación versus su eficiencia energética y coste final. Toda trasformación del recurso natural para producir energía tiene un impacto sobre el ambiente, pudiendo arrojar un balance negativo y comprometiendo aún más la matriz energética produciendo más gases GEI.

La biomasa tiene serios inconvenientes producirla, la combustión se realiza en grandes cantidades y en especificas calderas a una temperatura superior a los 900ºC, que al momento de la quema produce óxidos de nitrógeno (nOx), monóxido de carbono (CO), polvo, hollín, humo (pM) e ióxido de azufre (sO2), todos GEI. Se necesita a su vez una mayor cantidad de biocombustible que de combustible fósil para conseguir la misma cantidad de energía. Un mal uso de la biomasa promueve la deforestación de los bosques con la consecuente destrucción de los hábitats naturales. Para una mayor eficiencia energética, sin riesgos ambientales, los cambios de matriz deben orientarse a la energía solar y eólica con los debidos estudios previos y el respectivo balance energético.

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