“La salud de las personas y del planeta”, por Raúl Coronel

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Han disminuido las emisiones de gases efecto invernadero (GEI), mejorando la calidad del aire de una manera temporal, como consecuencia de las medidas tomadas por todos los gobiernos a causa de la pandemia de COVID-19. A partir de aquí, se debe construir una economía más sustentable y sostenible, tomando como ejemplo el cese de emisiones durante la pandemia, que funcione tanto para las personas como para el planeta.

Después del COVID-19, y en la medida que los motores del crecimiento para el desarrollo a costa de los recursos naturales comience a acelerarse nuevamente, debemos anticipar que todos los seres humanos necesitamos ver cómo el manejo prudente de la naturaleza puede ser parte de esa economía diferente que debe surgir, en la que las finanzas y las acciones impulsen el crecimiento verde, con empleos sostenibles una forma distinta de vida, porque la salud de las personas y del planeta son una misma cosa.

 

La pandemia del coronavirus, ha causado devastación y dificultades inimaginables, detuvo casi por completo nuestro estilo de vida. Después de esta, los gobiernos deben generar impactos ambientales positivos y nosotros comenzar a cambiar nuestros hábitos de consumo y producción con modelos más limpios y sostenibles. Los impactos positivos deberán ser en todo el sistema a largo plazo, porque ahí recién cambiará la trayectoria de los niveles del carbono en la atmósfera. La demanda en la poscrisis debe satisfacerse con planes sostenibles de inversiones en energías renovables, edificios inteligentes, transporte público limpio, entre otros.

Dr. Raúl Osvaldo Coronel
Abogado Mat.764 STJ Chaco
Especialista en Evaluaciones Ambientales

En la medida que nos adentramos en las áreas naturales, aumenta el contacto con las especies que portan infecciones, ya sea por urbanización, fragmentación de los bosques o por el tráfico de animales vivos. Lo silvestre debe seguir siendo silvestre, es hora de restaurar nuestros bosques, detener la deforestación, invertir en áreas protegidas e impulsar mercados para los productos sostenibles. Es urgente por lo grave, ocuparse del tráfico ilegal de animales silvestre considerado el cuarto delito más cometido en el mundo.

 

Mejorar la gestión de la naturaleza implica mejorar la salud humana, de ahí la importancia de aprobar el Marco Global para la biodiversidad post 2020, previsto se realizara en China, ahora suspendido transitoriamente por la pandemia. Mantener a la naturaleza rica, diversa y floreciente es parte fundamental del sistema que sustenta nuestra vida y constituye un pilar fundamental para el plan de recuperación posterior al COVID, más aún cuando se sabe que, entre 25% y 50% de los productos farmacéuticos se derivan de los recursos genéticos.

 

La naturaleza está en emergencia, se requiere un nuevo Marco Mundial para la Biodiversidad post-2020, las Metas de Aichi Japón 2011-2020 “vivir en armonía con la naturaleza” no se implementaron, se debía salvar la biodiversidad y mejorar sus beneficios para las personas, que los ecosistemas fueran resilientes y sigan suministrando servicios esenciales para al bienestar humano y la erradicación de la pobreza. Ahora sí, para 2050 la diversidad biológica se debe valorar, conservar, restaurar y utilizar en forma racional, manteniendo los servicios de los ecosistemas, sosteniendo un planeta sano y brindando beneficios esenciales para todos.

 

En el 2016 el Programa ONU para el Ambiente PNUMA encendió las alarmas sobre el aumento mundial de las epidemias zoonóticas, señalando que 75% de todas las enfermedades infecciosas emergentes en humanos son de origen animal y que están estrechamente relacionadas con la salud de los ecosistemas. La situación se agravó a causa de la crisis climática provocada por el aumento sin precedentes de las emisiones de gases de efecto invernadero, que hacen más vulnerables a los seres humanos. Los cambios en la temperatura y la humedad afectan directamente la supervivencia de los microbios en el ambiente, evidenciando que las epidemias serán más frecuentes a medida que el clima siga transformándose.

 

Las enfermedades zoonóticas que son transferidas de animales a humanos se hicieron presente en estos últimos  diez años, el ébola, la gripe aviar, la gripe por el virus H1N1, el síndrome respiratorio del Medio Oriente MERS, la fiebre del Valle del Rift, el síndrome respiratorio agudo severo  SARS, el virus del Nilo Occidental, el virus del Zika, chikungunyay COVID-19, dejaron miles de muertes y grandes pérdidas económicas.

 

Nos guste o no, estamos íntimamente interconectados con la naturaleza, y al no cuidarla, no podemos cuidar de nosotros mismos. Abordar el surgimiento de las enfermedades zoonóticas implica atender su principal causa, el impacto de las actividades humanas en los ecosistemas, significa reconocer las estrechas relaciones entre la salud humana, animal y ambiental.

 

A partir del 2020 se debe reformar desde la raíz nuestra relación con la naturaleza, cuando la población mundial se acerca a los 10.000 millones de personas. La ONU para el ambiente PNUMA, para la Alimentación y la Agricultura FAO y cientos de socios lanzaron una iniciativa para prevenir, detener y revertir la degradación de los ecosistemas en todo el mundo. La Década para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030 es una respuesta a la pérdida y degradación de los hábitats y se centrará en la creación de la voluntad política y capacidades para restablecer la relación de la humanidad con la naturaleza

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