«El modelo de desarrollo con crisis ambiental y social «, por Raúl Coronel

Compartir

Los seres humanos como el resto de las especies y seres vivos no vivimos aislados, sino que compartimos los diferentes ecosistemas naturales, entrelazando nuestras vidas mediante una variedad de interacciones. De ahí que debemos conocer el funcionamiento, las posibilidades y los límites de todos los ecosistemas, con el fin de asegurar la supervivencia, bienestar y calidad de vida. Pero ocurre todo lo contrario debido al crecimiento desmesurado de actividades humanas que invaden todos los ecosistemas naturales como el agua, el suelo y la atmósfera.

En el modelo de desarrollo vigente prevalece el dinero, con ganancias rápidas para unos pocos, llevando implícito la consecuente degradación de los recursos naturales que nos afecta a todos por igual. Pero que tiene efectos desproporcionados sobre los más pobres, porque su supervivencia depende directamente de los bienes y servicios ambientales con que la naturaleza les provee a diario.

Dr.Raul Osvaldo Coronel
Abogado mat.764 STJ Chaco
Especialista en Evaluaciones Ambientales

El cuidado de los ecosistemas supone una mirada que vaya más allá de lo inmediato, porque cuando sólo se busca un rédito económico rápido y fácil, a nadie le interesa realmente su preservación. Pero el costo de los daños que se ocasionan por el descuido egoísta es muchísimo más alto que el beneficio económico que se pueda obtener. En el caso de la pérdida o el daño grave de algunas especies, estamos hablando de valores que exceden todo cálculo. Por eso, podemos ser testigos mudos de gravísimas inequidades cuando se pretende obtener importantes beneficios haciendo pagar al resto de la humanidad, presente y futura, los altísimos costos de la degradación ambiental. (Laudato Sí).

El cambio climático originado por las actividades humanas, es la mayor amenaza ambiental que enfrentamos en este siglo. El calentamiento del planeta por el aumento en las concentraciones de gases de efecto invernadero tendrá consecuencias negativas sobre la humanidad. Las alteraciones que sufrirá el ciclo hidrológico o del aumento en el nivel del mar proyectan los impactos que pueden sufrir ciertas regiones. Todo nos indica que debemos cambiar nuestra actitud hacia los factores que alteran el clima.

En ese orden están los humedales reservorios de la biodiversidad, habitados por humanos y numerosas especies de fauna y flora. Ecosistemas productivos que prestan importantes beneficios económicos y sociales proveyendo principalmente agua y alimentos. Pero la sociedad no lo reconoce, los viene sobre-explotando y contaminando, y últimamente quemando intencionalmente su vegetación. Debemos procurar y lograr una legislación con parámetros ambientales sustentables y sostenibles para su protección.

Un problema particularmente serio es el de la calidad del agua disponible para los pobres, que provoca muchas muertes todos los días. Entre los pobres son frecuentes enfermedades relacionadas con el agua, incluidas las causadas por microorganismos y por sustancias químicas. La diarrea y el cólera, que se relacionan con servicios higiénicos y provisión de agua inadecuados, son un factor significativo de sufrimiento y de mortalidad infantil. (Laudato Sí)

Ante esta nueva amenaza global del clima, la relación entre pobreza y medio ambiente trasciende a un nuevo plano, donde la agravada interacción entre ambos se ve empeorada por este nuevo escenario global. Tiene claramente repercusiones nefastas en perjuicio de los pobres por su histórica situación de riesgo en el medio que habitan.

Muchos pobres viven en lugares particularmente afectados por fenómenos relacionados con el calentamiento, y sus medios de subsistencia dependen fuertemente de las reservas naturales y de los servicios ecosistémicos, como la agricultura, la pesca y los recursos forestales. No tienen otras actividades financieras y otros recursos que les permitan adaptarse a los impactos climáticos o hacer frente a situaciones catastróficas, y poseen poco acceso a servicios sociales y a protección. (Laudato Sí)

Crisis ambiental y crisis social van de la mano, no hay crisis separadas, todo está conectado, el mundo tienen alrededor de mil trescientos millones de pobres (1.300.000.000) y Argentina no queda atrás en pobreza. En esa línea:

El Observatorio de la Deuda Social Argentina – Universidad Católica Argentina, un espacio de investigación científicotécnico independiente y de prestigio académico nacional e internacional, no vinculado a partido o movimiento político o ideológico. Hizo visibles los déficits en materia de desarrollo humano e integración social que sufre nuestra población. Midió la pobreza urbana registrando para la segunda parte del año 2019, un 40,8% de personas bajo la línea de pobreza, de los cuales 8,9% por debajo de la línea de indigencia.

Las mediciones durante el primer trimestre de la pandemia con parálisis económica y la crisis ocupacional generada por la emergencia sanitaria, afectaron las capacidades de consumo de los hogares urbanos en la Argentina. Tomó como parámetro los valores de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) y la Canasta Básica Total (CBT) que brinda el INDEC (INDEC, 2016 y 2020a). Se habría registrado un 10,5% de personas en situación indigencia, y más ampliamente, un 40,9% de personas bajo la línea de la pobreza. Durante el 2° trimestre según estimaciones propias, la tasa de indigencia habría sido de 13,6% y la tasa de pobreza de 47,2%.

La degradación ambiental ha beneficiado política y económicamente a un grupo selecto de personas, generando la precarización aún más, de las condiciones de vida de humanos de escasos recursos, exigimos un desarrollo sustentable y sostenido.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *