“La COVID-19 y el Cambio Climático”, por Raúl Coronel

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Desde hace 28 se lucha en contra el Cambio Climático CC y el año pasado el ultimátum lo dio la pandemia. Los científicos advierten con más preocupación lo cambiante del clima y sus graves consecuencias. En 2020 el calentamiento global siguió en aumento arrastrando diversos desastres: el exceso de lluvias, las sequias extremas, el aumento del nivel del mar y huracanes en Caribe. La COVID agravó aún más el hambre, la pobreza y el desplazamiento de personas que causa el CC.

Un duro golpe para la humanidad han sido los desastres ambientales, que no disminuyeron pese a la desaceleración económica a causa de la pandemia, por el contrario siguen en aumento debido al calentamiento global, señala el nuevo informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). El 2020 fue uno de los tres años más cálidos a pesar del enfriamiento de La Niña. La media global fue de aproximadamente 1,2°C por encima del nivel preindustrial 1850/1900. (Niña fenómeno climático de fase fría, contrario al Niño fase cálida)

Dr. Raúl Osvaldo Coronel
Abogado Mat.764 STJ Chaco
Especialista en Evaluaciones Ambientales

En el año 1993 la OMM emitió el primer informe sobre el estado del clima, de ahí en más todo fue en aumento: la temperatura en la tierra, en el océano, el cambio en el nivel del mar, el derretimiento del hielo marino, glaciares y los cambios en los patrones de las precipitaciones. Todo registrado bajo la solidez de la ciencia climática basada en leyes físicas haciendo saber además, de la creciente ocurrencia e intensificación de eventos extremos.

La tendencia negativa en el clima continuará durante las próximas décadas independientemente de nuestro éxito en la mitigación. Por tanto, es importante invertir en adaptación. Una de las formas más poderosas de adaptarse es invertir en servicios de alerta temprana y redes de observación meteorológica. Varios países menos desarrollados tienen importantes lagunas en sus sistemas de observación, carecen de servicios meteorológicos, climáticos y de agua de última generación. Dicen las autoridades de la agencia de la ONU.

La pandemia agregó una dimensión nueva y no deseada a los peligros meteorológicos, climáticos relacionados con el agua del CC, tuvo impactos combinados de amplio alcance en la salud y bienestar humano. Las restricciones a la movilidad, la recesión económica y perturbaciones en el sector agrícola elevaron los niveles de inseguridad alimentaria. Además, ralentizaron la prestación de asistencia humanitaria, interrumpieron las observaciones meteorológicas y complicaron la reducción del riesgo de desastres.

Los efectos de la pandemia paralizaron la agricultura y los sistemas alimentarios. Afectó la oferta y la demanda de alimentos, con interrupciones en las cadenas de suministro comprometiendo el acceso a los insumos agrícolas, así como los recursos y los servicios necesarios para mantener la productividad agrícola y garantizar la seguridad alimentaria

Más de 50 millones de personas se vieron doblemente afectadas en 2020 por desastres relacionados con el clima, inundaciones, sequías, tormentas y la pandemia COVID-19, según la Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Esto empeoró el hambre y agregó otra capa de riesgo a las operaciones de evacuación, recuperación y socorro relacionadas con eventos de alto impacto.

Después de décadas de declive, el aumento del hambre está siendo impulsado desde 2014 por el conflicto y la desaceleración económica, así como por la variabilidad climática y los fenómenos meteorológicos extremos. Casi 690 millones de personas, el 9% de la población mundial, estaban desnutridas, y alrededor de 750 millones, casi el 10%, estuvieron expuestas a niveles severos de inseguridad alimentaria en 2019. El número de personas clasificadas en situaciones de crisis, emergencia y hambruna aumentó a casi 135 millones de personas en 55 países en 2019, según la ONU para la Alimentación y la Agricultura y el Programa Mundial de Alimentos.

El informe relata de la sequía severa en el 2020, en el interior de América del Sur, siendo las áreas más afectadas el Norte de Argentina, Paraguay y las áreas fronterizas occidentales de Brasil. Las pérdidas agrícolas estimadas fueron cercanas a los 3 millones de dólares en Brasil, con pérdidas adicionales en Argentina, Uruguay y Paraguay.

Las sequias pueden ser meteorológicas consistente en escasez continuada de precipitaciones relacionada con el comportamiento global del sistema océano-atmósfera, donde influyen factores como la deforestación o el incremento de los GEI. La sequía hidrológica se refiere a caudales circulantes por los cursos de agua por debajo de lo normal, o sea la disminución en las disponibilidades de aguas superficiales y subterráneas.

La desaceleración económica deprimió temporalmente las emisiones de gases de efecto invernadero GEI, pero no tuvo un impacto perceptible en las concentraciones atmosféricas, que siguieron aumentando en 2019/2020, según el Programa ONU para el Desarrollo,

El clima está cambiando y los impactos son demasiado costosos para las personas y el planeta. Los países deben comprometerse con emisiones netas cero de carbono para 2050, debiendo presentar nuevos planes climáticos ambiciosos que recorten colectivamente las emisiones globales en un 45% en comparación con los niveles de 2010 para 2030. Y actuar ahora para proteger a las personas contra los efectos desastrosos del CC, dicen de la ONU.

El CC está sobre nosotros, sus impactos se intensificarán y afectarán con más fuerza, incluso si cumplimos el objetivo para mantener el calentamiento global muy por debajo de los 2°C y perseguir los 1,5 ° C. La prioridad es hallar soluciones basadas en la naturaleza para los abordar los desafíos sociales, brindar bienestar humano y beneficios para la biodiversidad protegiendo, gestionando y restaurando todos los ecosistemas.

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