El ceibo, Flor Nacional Argentina: por qué y cómo fue elegida esta flor para representar al país

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El 22 de noviembre se celebra el Día de la Flor Nacional en la Argentina, representada en el ceibo, que fue elegida como símbolo en 1942.

El 22 de Noviembre de 1943 mediante el decreto 138 974 del poder ejecutivo fue declarada como tal por Argentina. Al ceibo también se lo conoce por los nombres de seibo, seíbo, gallito o bucaré.

Algunos de los motivos por los cuales fue reconocida como la Flor Nacional Argentina son:

– Preferida entre un gran número de habitantes de distintas zonas del país.

– Es reconocida como flor nacional Argentina en muchos otros países. Asimismo, es también la flor nacional de Uruguay.

– También ha sido evocada en leyendas indígenas y cantada por poetas, sirviendo también de motivo para trozos musicales que han enriquecido nuestro folklore, con expresiones artísticas de hondo arraigo popular y típicamente autóctonas.

– Que el color del ceibo figura entre los que ostenta nuestro escudo, expresión de argentinidad y emblema de nuestra patria.

Cómo fue elegida la flor nacional

La iniciativa comenzó en 1910, cuando un grupo de biólogos, entre los que se hallaban Ángel Gallardo, Eduardo Holmberg, Miguel Lillo, Juan Domínguez y Cristóbal Hicken, lanzaron una propuesta al gobierno sobre la elección de una flor nacional.

Fue en 1928 cuando la revista nacional de la industria lechera y ganadera llevó a cabo una encuesta en la cual participaron casi 8000 personas. En esta se definió la magnolia como flor nacional. Sin embargo, el director del Museo de Historia Natural, el Dr. Jurado desaprobó esta disposición ya que explicaba que esta especie no era autóctona.

Dos años más tarde, el Diario La Razón realizó otra encuesta con más de 20.000 participantes en la cual el ceibo salió victorioso. En 1941, el gobierno nacional y el Ministerio de Agricultura conformó una Comisión Nacional encargada de designar cuál flor reunía los méritos suficientes para la representación local.

Visto que muchas encuestas populares y del periodismo habían presentado al ceibo como una flor de preferencia, el 22 de diciembre de 1942, fue finalmente declarada como Flor Nacional Argentina mediante el Decreto Nº 13.847 del gobierno de la Nación. En 2008 se estableció el 22 de noviembre como el Día Nacional del Ceibo.

El ceibo

El ceibo es un árbol originario de América el cual puede ser encontrado en Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. Posee un tronco bajo con una copa amplia la cual brinda una llamativa flor roja. Esta flor es botánica o científicamente denominada como Erythrina crista-galli que significa roja cresta de gallo.

La flor del ceibo mide entre 6 y 10 centímetros y es particularmente gruesa. Sus pétalos poseen grandes surcos y son frecuentemente utilizados para teñir telas. Esta especie florece entre octubre y abril de cada año, por lo que es un gran símbolo de la primavera y verano de Argentina.

La leyenda del ceibo

Cuenta la tradición oral que en las riberas del Paraná vivía una indiecita de rasgos toscos, llamada Anahí. Era fea, pero en las tardecitas veraniegas deleitaba a toda la gente de su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en sus dioses y el amor a la tierra de la que eran dueños… Pero llegaron los invasores, esos valientes, atrevidos y aguerridos seres de piel blanca que arrasaron las tribus y les arrebataron las tierras, los ídolos y su libertad.

Anahí fue llevada cautiva junto con otros indígenas. Pasó muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta que un día en que el sueño venció a su centinela, la indiecita logró escapar, pero al hacerlo, el centinela despertó y ella, para lograr su objetivo, hundió un puñal en el pecho de su guardián y huyó rápidamente a la selva.

El grito del moribundo carcelero, despertó a los otros españoles que salieron en una persecución que se convirtió en cacería. Al rato la joven fue alcanzada por los conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte del guardián, le impusieron como castigo la muerte en la hoguera. La ataron a un árbol e iniciaron el fuego, que parecía no querer alargar sus llamas hacia la doncella indígena, que sin murmurar palabra, sufría en silencio, con su cabeza inclinada hacia un costado. Y cuando el fuego comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en árbol, identificándose con la planta en un asombroso milagro.

Al amanecer los soldados se encontraron ante el espectáculo de un hermoso árbol de verdes hojas relucientes y flores rojas aterciopeladas que se mostraba en todo su esplendor, como símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento.

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