Nosotros y el ambiente

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Mar, montañas, plantas, animales, bosques, selvas, árboles, brisa, aire, agua, laguna ¿cuántos términos? Pero, sabías qué… todos estos conceptos son manifestaciones o parte de lo que llamamos AMBIENTE.Concepto

Cada uno de nosotros mismos conformamos el ambiente y, es importante observarlo, conocerlo, estudiarlo, hacer un uso adecuado de él, respetando sus distintos componentes, es decir el aire, el agua, el suelo, las plantas, los animales, los microorganismos, como también los grupos humanos con sus distintas diversidades étnicas, socio económicas y culturales, y todas las interacciones que se establecen entre las diferentes partes del ambiente.

La ECOLOGÍA es una de las muchas ciencias que se ocupan del ambiente o ENTORNO; ella particularmente se interesa por las relaciones entre el medio y los seres vivos, es decir estudia los ECOSISTEMAS.

Pero ecología, ecosistema, ecológico, ambiente… no deben ser sólo palabras de moda, pues encierran un conocimiento claro y sensato de cómo está compuesto y cómo funciona el lugar que habitamos, desde nuestra pequeña casa hasta nuestro gran hábitat, el Planeta Tierra.

La exploración del ambiente, ocasionada por la curiosidad innata, por la creciente demanda de recursos y por la permanente y perfectible creatividad humana, ha sido siempre un medio importante para conocer el mundo que nos rodea, y también uno de los mecanismos que ha impulsado el avance de la humanidad. Por ello cuanto más indaguemos y conozcamos nuestro ambiente más podremos quererlo y respetarlo, como así también haremos un mejor uso de éste y sus recursos.

Mucho se ha escrito y hablado sobre el Ambiente, en especial en las últimas décadas cuando el mismo junto con la pobreza, la discriminación, los reclamos de las minorías y la globalización, por citar algunos, se han convertido en temas centrales de debates, conflictos y noticias de todo tipo. Lo lamentable es que pese a los miles de páginas usadas, a las arduas discusiones, a las normativas, principios y recomendaciones emitidas, al tratamiento por distintos recursos multimediales, los temas ambientales siguen presentes y muchos sin vías de solución. En sí, digamos que, el Ambiente se volvió moda, da pantalla, da espacio en los distintos medios de comunicación, es caballito de batalla en planes electorales y legislativos, y porqué no en proyectos científicos y educativos, da divisas en inversiones para la aplicación de planes, acciones y propósitos tanto políticos -gubernamentales y no gubernamentales-, como científicos y educativos… es un cliché que ¡da de comer a muchos!

Pero más allá de intereses sectoriales, sinceros o no, más allá de la moda verde, del ambientalismo o el ecologismo por convicción, por estar en boga o por avidez política o económica (o ambas), el Ambiente es un tema serio y no debe ser tomado a la ligera o tergiversado (a favor o en contra) para réditos personales o de algunas parcialidades.

Tal vez la primera idea ligera o yerro lo tengamos al hablar habitualmente de “medio ambiente”, ya que es una expresión incorrecta, por ser una redundancia o, según algunos autores, una pareja de palabras en el que el término “ambiente” es más amplio y referido a todo lo que rodea a los seres vivos, que forma parte de nuestro entorno, ya sea biótico o abiótico, natural o artificial (antrópico); mientras el “medio” es el elemento referente o sustrato donde viven los organismos, el espacio (aire, agua, suelo) donde estos se relacionan e interactúan. En sí, el medio forma parte del ambiente. No obstante, el término “medio ambiente” por uso se ha arraigado en nuestras expresiones cotidianas.

Concretando y en una definición más precisa podemos decir que el Ambiente es el sistema global constituido por elementos naturales y artificiales de naturaleza física, química, biológica, sociocultural y sus interrelaciones, en permanente modificación por la acción humana o natural que rige o condiciona la existencia o desarrollo de la vida.

Tal vez, en muchos, quedo arraigada la idea del ambiente como naturaleza o mundo natural primigenio: aire, agua, suelo, subsuelo y seres vivos, algo idílico o bíblico, pero claro está que desde que el homo sapiens comenzó a ocupar y organizar el espacio fue generando impactos en el ambiente, huellas primitivamente muy sutiles para ir volviéndose más patentes y complejas con la evolución de la Civilización Humana, debido por un lado al aumento de los individuos de esta especie animal creativa, territorial y expansiva y, por el otro, a un incremento en cantidad y calidad de su tecnología, recurso que le ayudó a superar las premoniciones maltusianas y librarse (artificialmente) de la capacidad de carga del ambiente, a la vez que le permitió conquistar territorios inimaginables para sus requerimientos ecológicos y paralelamente modificar el entorno a sus necesidades y caprichos, cada vez con mayor intensidad y agresividad, transformado así estos impactos en problemas ambientales, es decir en aquellos impactos agresivos e irreversibles en intensidad y duración en el tiempo y en el espacio, que no sólo alteraron y alteran cada uno de los componentes del ambiente y sus intrincadas redes de interacciones, sino que se volvieron en contra de sus autores, los grupos humanos, perturbando su calidad de vida y peligrando su existencia.

Por lo expresado al abordar cualquier tratamiento sobre el Ambiente debemos hacerlo con propiedad y responsabilidad pues, esencialmente, somos parte de él y lo que lo afecte nos afectará… asimismo para quererlo, respetarlo y valorarlo debemos empezar por conocerlo en toda su complejidad.

Juan Antonio Alberto

Profesor en Geografía.

Profesor Adjunto Cátedra Biogeografía y Geografía Ambiental. Departamento de Geografía.

Facultad de Humanidades. UNNE

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