El director del estudio, Martin Brandt, de la Universidad de Copenhague, Dinamarca, señaló que este hallazgo no compensa el enorme problema de la deforestación. «Los árboles de las zonas áridas siempre han estado ahí. Conocer su número y ubicación es importante, pero no es equivalente a que crezcan nuevos árboles», explicó.

También aclaró que los árboles en el desierto juegan un papel más pequeño que los de selvas y bosques a la hora de absorber dióxido de carbono de la atmósfera. No obstante, resaltó que en zonas semiáridas y subhúmedas sí «constituyen un sumidero de carbono considerable».

Sin embargo, destacó la importancia de su existencia ya que «fertilizan el suelo, y brindan sombra y refugio a humanos y animales. Generan ingresos y son cruciales para la nutrición».