Con números en rojo, la producción láctea enfrenta nuevos desafíos

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El aumento de costos y la probabilidad de nuevas regulaciones en el mercado interno podrían castigar a toda la cadena productiva.

En 2021 los números pasaron de ser rojos a verdes con el correr de los meses. Es que, según el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), no sólo aumentó la producción en relación a 2020 sino que, además, ese incremento estuvo acompañado por una suba en moneda constante del precio que recibe el productor por litro de leche.

Al analizar la facturación de los tambos en moneda constante en el período enero-octubre de 2019, y al compararlo con la facturación de igual período de 2021, esta última es un 15,9% superior, con lo cual se logró lo que tanto se pedía en el sector primario: la recuperación del precio al productor. Según pudo saber Ámbito las declaraciones de pago al productor para noviembre reportarían casi $ 34 por litro de leche.

Los tambos le ganaron a la inflación en pesos, sin embargo Fernando Córdoba, Presidente de la Mesa de Productores Lecheros de la Provincia de Santa Fe, aseguró a Ámbito que los buenos tiempos quedaron otra vez en el pasado y detalló que “hace un mes o dos que el tambo volvió a estar en rojo”.

Los datos reflejan la realidad de un sector pero no siempre ayudan a explicar lo que ocurre. En el caso de la lechería a pesar de las mejoras aún no se llega a los precios que se pagan en los mercados mundiales, que oscilan en los u$s0,42/litro. Aquí a dólar oficial se pagó en noviembre en torno a los u$s0,32/litro y según el OCLA esto se debería a las “interferencias” que impiden que la cadena se apropie del valor que genera.

Jorge Giraudo, Director Ejecutivo del Observatorio de la Cadena Láctea, explicó a Ámbito que “la producción del 2021, de la que aún no hay datos finales, se ubicará entre 3% y 4% por encima de la de 2020. El consumo se mantiene estable aunque con mayor participación del sector informal debido a la alta presión impositiva.

Productores, industriales y exportadores sufren en distintas proporciones cada uno de los problemas que afectan a la cadena láctea. Cada vez se consumen menos lácteos y peor aún, menos productos con valor agregado: cayeron las ventas de yogures, flanes, postres y aumentó el consumo de productos básicos.

En cuanto al productor, Córdoba explicó que “en los últimos tres meses tuvimos un aumento mínimo mientras que el incremento en los fertilizantes (usados para la siembra de maíces) fueron muy fuertes. Además, la cadena se vio afectada por los acuerdos de precios cuidados, los atrasos cambiarios en las exportaciones, un mercado interno muy retraído y la caída de consumo de productos premium. Cuando se hacen las cuentas, al productor le queda poco. Es falsa la sensación de tener plata en el bolsillo”.

Desafíos para 2022
Giraudo detalló que “la cadena láctea sabe que con 8500 millones de litros de leche se abastece el mercado doméstico. Todo lo que se produce de excedente tiene como destino la exportación pero para eso hay que ser competitivo. Lo primero a tener en cuenta para crecer sería no tener derechos de exportación -la leche en polvo paga 9%-, lo segundo sería no tener que liquidar las exportaciones a un dólar retrasado. Por último, como vendemos el 75% de la producción en el mercado interno, deberíamos evitar los controles de precios, la alta presión impositiva y el “costo argentino” donde la distorsión de precios relativos complica al mercado.

Para Giraudo, la presión impositiva es una gran limitante. “En cada litro de leche que se vende, que compone un producto, el 40% son impuestos. Esto incluye desde la tasa que paga un productor en su campo hasta el pago de ganancias de una industria. Luego, dentro de la cadena el saldo se reparte entre productores (35%), la industria (25%), la distribución (20%) y el IVA que implica un 11,6%. Pero si contemplamos la estructura general el porcentaje de pago de impuestos es mayor.

En el sector lácteo, la discusión pendiente son los esquemas tributarios y los incentivos, ya que desde hace años que nuestro país no crece en producción y encima concentra la producción en menos manos. Giraudo precisó que “en el mundo no existen tantos impuestos a la venta, sino más bien a la renta. Es más feliz pagar según lo que se gana y no sobre lo que se factura. Si como productores pagamos el 40% lo haríamos felices si para sacar la producción tuviéramos asfalto y no un camino de tierra o si no fuera necesaria una usina eléctrica porque se corta la luz, entre otras necesidades.

Fuente: Página12

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