Es la otra cara de las temperaturas extremas de las últimas semanas en Europa. Las aguas del mar Mediterráneo están sufriendo su propia ola de calor, con los termómetros marítimos oscilando entre los 28ºC y los 30ºC, lo que supone unos niveles entre 3ºC y 4ºC por encima de lo normal para esta época del año, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).

“Se trata de una ola de calor marítima, que no es inusual, pero sí muy poco frecuente”, explica a Público Rubén del Campo, portavoz de Aemet. “A nivel inmediato, lo que se va a notar es que las temperaturas mínimas, las nocturnas, en las zonas costeras de la península y Baleares van a ser muy altas”, agrega. Las masas de agua descansarán sobre aguas demasiado cálidas y húmedas, lo que ya está dejando algunos episodios de récord en el levante, con noches tropicales (a más de 20ºC) y noches tórridas (a más de 25ºC). En València, esta misma semana, las mediciones han registrado un dato inédito de más de 27ºC, unas temperaturas que incentivan problemas para la salud derivados de la falta de descanso.

“Una superficie del mar tan cálida supone alteraciones en el régimen de brisas. Si no hay tanta diferencia entre la temperatura del mar y tierra adentro, las diferencias de presión que generan los regímenes de brisas diurnas/marinas y nocturnas/terrestres no serán tan acentuadas. Las noches suelen ser más calurosas por tanto, cuando la temperatura del mar es muy elevada”, describe Roberto Granda, geógrafo y meteorólogo del portal eltiempo.es.

La llegada de noches tórridas y tropicales en el litoral mediterráneo no es la única consecuencia de un mar inusualmente cálido. La ola de calor marina, al calentar las aguas, está generando una carga energética que podría hacer que las lluvias de otoño –en caso de que se dieran– fueran mucho más virulentas. El elevado mercurio no es el detonante de episodios de lluvias torrenciales, matiza el portavoz de la Aemet, pero sí sirven de “combustible” para que haya una mayor furia “en caso de que los ingredientes atmosféricos lleguen”. En otras palabras, si el verano se cierra con la llegada de una DANA, una vaguada o un episodio de gota fría, el mar cálido dará aún más potencia a las lluvias.

“Es importante tener en cuenta que para que haya lluvias torrenciales necesitamos los ingredientes atmosféricos necesarios que aporten inestabilidad
y permitan que la humedad del océano ascienda y desemboque en lluvias torrenciales”, apostilla Del Campo. “Un plus de temperatura puede facilitar que la lluvia sea más explosiva y más torrencial de lo normal”.

¿Disminuirá la temperatura del Mediterráneo en lo que queda de verano? Ante esta pregunta no hay demasiadas certezas, pero las proyecciones de la Aemet, las más certeras a 15 días vista, hablan de que las “anomalías” en los termómetros marinos se van a mantener. “Las temperaturas de las aguas superficiales son muy susceptibles a las variaciones de temperatura en la atmósfera, así como a los vientos. Por ejemplo, en la costa de Málaga las aguas están frías porque ha estado soplando viento del oeste, que hace aflorar aguas profundas más frías. En cualquier caso, si se cumplen las previsiones actuales de temperatura, es esperable que, como mínimo, se mantenga esa temperatura. Las previsiones apuntan a que las temperaturas elevadas van a continuar al menos otra semana más, si no son dos, en el Mediterráneo occidental. Esto podría favorecer que se mantengan o continúen subiendo algo”, expone Granda.

Crisis climática e impacto en los ecosistemas

Tras este fenómeno de temperaturas elevadas se esconde, una vez más, la crisis climática. “Muchas veces entendemos el clima cómo algo que afecta a la temperatura atmosférica y ya, pero los sistemas climáticos están compuestos por varios factores y unos de ellos son los océanos. Sabemos que el mar se está calentando y que, desde los años 80 del siglo XX la temperatura ha subido 1,15ºC”, argumenta Del Campo.

Desde el punto de vista meteorológico, al igual que ocurre con las olas de calor ‘terrestres’, las olas de calor marinas van a ir en aumento, se harán cada vez más recurrentes y registrarán temperaturas, año tras año, más altas.

Todo ello, tiene consecuencias directas en los ecosistemas marítimos. El propio Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) ha advertido de que la subida del termómetro marino podrá generar impactos en la biodiversidad. De hecho, este tipo de olas de calor ya están siendo uno de los factores que contribuyen al blanqueamiento de los arrecifes de coral.

“Las especies que habitan en el Mediterráneo están adaptadas a ciertas condiciones de temperatura, salinidad, etc. Si estas varían, sufren consecuencias, entre las que pueden estar picos de mortalidad. Además de la muerte de ciertas especies, también está la proliferación de especies invasoras, como son las incómodas medusas y también otras especies más propias de climas tropicales que se adaptan mejor a estas temperaturas, desplazando a las autóctonas y compitiendo por los recursos”, agrega Granda.