«Protección de la Biodiversidad», por Raúl Coronel
Un millón de especies están expuestas a la extinción y se busca cómo evitar ese destino. Desde la economía a la salud, pasando por nuestro desarrollo, dependemos de la biodiversidad para nuestra propia supervivencia. La ONU examina estos días cómo enfrentar la pérdida masiva de especies animales y vegetales y cómo evitar una mayor extinción en la conferencia del 23/25 de enero que se realizará en Berna Suiza.
En términos sencillos, la biodiversidad se refiere a todos los tipos de vida en la Tierra. El Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (CDB) la describe como «la diversidad dentro de cada especie y entre las especies, así como de los ecosistemas, incluidas las plantas, los animales, las bacterias y los hongos». Estos tres niveles trabajan juntos para crear la vida en la Tierra, en toda su complejidad. Es Ley Argentina N° 24.375.
La diversidad de especies mantiene el ecosistema global en equilibrio, proporcionando todo lo que los seres humanos necesitamos para sobrevivir: alimentos, agua potable, medicinas y cobijo. Más de la mitad del Producto Interior Bruto (PIB) mundial depende en gran medida de la naturaleza. Más de mil millones de personas dependen de los bosques para su subsistencia.
La biodiversidad es también nuestra mayor defensa natural contra el cambio climático. Los ecosistemas terrestres y oceánicos actúan como «sumideros de carbono», absorbiendo más de la mitad de todas las emisiones de carbono que generamos los seres humanos. La ONU se esfuerza por conseguir un mundo que viva en armonía con la naturaleza para 2050.
La crisis que se vive en materia de biodiversidad es muy grave y hay que atajarla urgentemente. Se debe empezar por los sumideros de carbono natural y marinos terrestres ya que se están degradando: ocurre por la deforestación del Amazonas y la desaparición de marismas y manglares que eliminan grandes cantidades de carbono.
La forma en que utilizamos la tierra y el mar es uno de los principales motores de la pérdida de biodiversidad. Desde 1990, se han perdido unos 420 millones de hectáreas de bosque por conversión a otros usos del suelo. La expansión agrícola sigue siendo el principal motor de la deforestación, la degradación de los bosques y la pérdida de biodiversidad forestal (el Chaco lidera la deforestación en el norte del país)
Otros motores importantes del declive de las especies son la sobrepesca y la introducción de especies exóticas invasoras. Especies que han entrado y se han establecido en el ambiente fuera de su hábitat natural, provocando el declive o incluso la extinción de especies autóctonas y afectando negativamente a los ecosistemas.
Estas actividades, según ha demostrado la agencia de la ONU, están empujando a la extinción a cerca de un millón de especies de plantas y animales. Van desde el tigre del sur de China, en peligro crítico, y los orangutanes indonesios, hasta animales y plantas supuestamente «comunes», como jirafas y loros, pasando por robles, cactus y algas marinas. Se trata de la mayor pérdida de vida desde los dinosaurios.
Combinada con unos niveles de contaminación disparados, la degradación del hábitat natural y la pérdida de biodiversidad están teniendo graves repercusiones en comunidades de todo el mundo. A medida que aumenta la temperatura global, las praderas antes fértiles se convierten en desiertos, y en el océano hay cientos de las llamadas zonas muertas, donde apenas queda vida acuática. Así lo describe la Agencia ONU para el ambiente.
La pérdida de biodiversidad afecta al funcionamiento de un ecosistema, hace que las especies sean menos capaces de responder a los cambios del entorno y las hacen cada vez más vulnerables a las catástrofes naturales.
Los Estados se aprestan a poner en vigencia el plan denominado oficialmente Marco Mundial para la Biodiversidad de Kunming-Montreal. Un acuerdo histórico impulsado por la ONU, adoptado por 196 países para orientar la acción mundial sobre la naturaleza hasta 2030 Se elaboró en las reuniones celebradas en Kunming (China) y Montreal (Canadá) en 2022 denominado Compromiso 30×30.
El compromiso global de conservación de la biodiversidad al año 2030, establece 23 objetivos, dentro de los cuales se encuentra la meta 3 sobre áreas protegidas, que dispone que, al menos el 30 % de los espacios terrestres, aguas continentales y el océano deberán ser protegidos y conservados al 2030. (30×30)
Argentina asumió el compromiso 30×30 acordado en la COP15, junto a las naciones que conforman la Convención sobre Diversidad Biológica que adoptó el Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal. António Guterres, Secretario General de Naciones Unidas, durante el acto de apertura de la COP 15 declaró ante los 199 países presentes “la naturaleza nos ha dado mucho, ha llegado el momento de devolverle algo». Fuente prensa ONU.
La Meta 3 del Marco, busca proteger un mínimo del 30% global de tierras y océanos para el año 2030, con el pleno respeto de los derechos indígenas y comunidades locales. Desde Argentina la campaña ConservAR 30×30 fue impulsada por Aves Argentinas con el apoyo de 21 ONGs del país, 250 científicos e investigadores argentinos, más de 18 mil firmas de la sociedad civil en Change.org y jóvenes comprometidos con la acción ambiental.
En la tierra todo está conectado o todo está relacionado. El mundo es un ecosistema y no se puede actuar sobre una parte sin que las otras no se sientan afectadas. “no podemos “entender la naturaleza como algo separado de nosotros. Estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos relacionados. No estamos por encima de las demás criaturas sino junto a ellas, como hermanos dependientes de la naturaleza.
SS Francisco en la Encíclica Laudato Si critica la cultura del descarte, que excluye a las personas y convierte a las cosas en basura. Lamenta el desigual acceso al agua potable; la destrucción y desaparición de animales y vegetales. Reconoce que algunos países avanzan en preservar zonas, y otros sólo buscan su interés (económico).