“Lucha contra la Desertificación y la Sequía”, Por Raúl Coronel

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Cada 17 de junio se celebra el Día Mundial para Combatir la Desertificación y la Sequía con el fin de concientizar  acerca de las iniciativas internacionales para combatir estos fenómenos. El lema “suelo sano, gente sana”, para recordar que se puede neutralizar la degradación de las tierras mediante la búsqueda de soluciones con la participación de la comunidad y cooperación a todos los niveles. Especial atención en estos tiempos para una gestión de la tierra y evitar la pérdida de biodiversidad, fortalecer la resiliencia de nuestros sistemas alimentarios e hídricos, para reducir los efectos de la pandemia en la pobreza mundial y la inseguridad alimentaria.

La desertificación es la degradación de la tierra en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, causada por la actividad humana y las variaciones climáticas, que van perdiendo de forma progresiva todo su potencial de producción. Este proceso no hace referencia al avance de los desiertos existentes. La desertificación se debe a la vulnerabilidad de los ecosistemas de zonas secas, que cubren un tercio de la superficie del planeta, a la sobreexplotación y el uso inadecuado de la tierra. La pobreza, la inestabilidad política, la deforestación, el sobrepastoreo y las malas prácticas de riego afectan negativamente a la productividad del suelo.

 

Es el resultado de la constante desforestación de los bosques, la salinización de los suelos, la falta de agua y una sobreexplotación de los acuíferos, producto de las distintas actividades económicas que lleva a cabo el hombre en distintas partes del mundo. La sequía que ocurre por ausencia de precipitaciones, infiere en un cambio en el clima haciendo que los niveles del agua están muy por debajo de lo que corresponde a una determinada área geográfica, trayendo serios problemas para todas las especies.

 

Se estima que para el 2025, dos tercios del mundo vivirán en condiciones de estrés hídrico (cuando la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible durante un periodo determinado o cuando su uso se ve restringido por su baja calidad), y 1800 millones de personas experimentarán una escasez absoluta de agua. A su vez la migración es probable aumente a causa de la desertificación, estimándose que para el 2045 será responsable del desplazamiento de unos 135 millones de personas.

 

En la actualidad la desertificación y la sequía representan un grave problema para la economía y el desarrollo de los pueblos, sobre todo donde la siembra y la producción agrícola representan una de las principales fuentes de  ingresos a personas de bajos recursos para poder llevar el sustento a sus hogares. Se necesita que se adopten políticas de estado que ayuden neutralizar la degradación de los suelos y donde todos los organismos involucrados asuman el compromiso para el logro de este objetivo.

 

Más de tres cuartas partes de la superficie terrestre del planeta están degradadas, un porcentaje que podría elevarse hasta el 90% en 2050, según se desprende de una nueva edición del Atlas Mundial de la Desertificación del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea. Además, indica que la degradación de la tierra y el cambio climático llevarán a una reducción del rendimiento global de los cultivos en un 10% para ese 2050 y estimando se desplacen 700 millones de personas por problemas relacionados con los escasos recursos de la tierra.

 

La importancia de garantizar que la tierra esté bien administrada figura entre los objetivos de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de la ONU: estamos decididos a proteger el planeta contra la degradación, mediante el consumo y la producción sostenibles, la gestión sostenible de sus recursos naturales y medidas urgentes para hacer frente al cambio climático, de manera que pueda satisfacer las necesidades de las generaciones presentes y futuras. El objetivo 15 de esa Agenda establece la determinación de detener y revertir la degradación de la tierra.

 

En la Argentina las zonas áridas, semiáridas, y subhúmedas secas representan cerca del 75% de la superficie; y de esa extensión el 81% sufre un proceso de degradación generalmente ligado a acciones del hombre y sus cultivos. La situación es preocupante atento la desertificación progresa a un ritmo anual de 650.000 hectáreas en nuestro país, según datos oficiales. A su vez la Ley N° 24.701 aprueba el Tratado Internacional de Lucha contra la Desertificación y la Sequía grave en los países afectados.

 

El objetivo del Tratado es luchar contra la desertificación y mitigar los efectos de la sequía, en los países afectados,  mediante la adopción de medidas eficaces apoyadas por acuerdos de cooperación y asociación internacionales, en el marco del Programa 21, para contribuir al logro del desarrollo sostenible en las zonas afectadas. Así también el aumento de la productividad de las tierras, la rehabilitación, la conservación y el aprovechamiento sostenible de los recursos de tierras y recursos hídricos, con miras a mejorar las condiciones de vida, especialmente a nivel comunitario. Leyes no nos faltan, sólo hay que aplicarlas.

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